El bote de cristal

Al despertar de la siesta matutina, Irati se adentra al lugar de juegos, topando con un pequeño bote de cristal. Lo coge y lo golpea contra el suelo, lo hace sonar una y otra vez sin parar. Mientras, Aín y yo contemplamos embelesados lo que está ocurriendo: Irati sigue con el bote entre las manos, esta vez lo levanta y lo mueve en el aire, lo vuelve a bajar y a golpear contra el suelo, en esta ocasión por la parte de la tapa. Se le cae de las manos y se pone a rodar, rápidamente ella va detrás. Nos lo enseña una y otra vez sin parar: ¡Mirad que objeto me acabo de encontrar!

Ahora se lo cede a Aín, para que compruebe lo maravilloso que es. Él sonríe, dándole las gracias por dejarle hacer. Aín lo observa con todo detalle, lo pone frente a él y lo examina, lo mueve en el aire de arriba a abajo, con las dos manos.

Con mi ayuda, quitamos la tapadera y, ¡qué gran sorpresa!, ahora tenemos dos objetos, la tapa naranja y el tarro de cristal. Lo primero, hacerlo sonar contra el suelo, pero esta vez compartiendo: Irati con la tapa y Aín con el tarro, los intercambiamos.

Irati se dirige con el tarro hacia la mesa gateando, se levanta con él en la mano y lo desliza suavemente por ella hasta acabar golpeando, lo que genera un ruido musical que le hace sonreír.

El material no estructurado está más en concordancia con las características del proceso de conocimiento de los niños y sus vías de expresión: exploración, manipulación, experimentación… Además, favorece su creatividad, la manifestación de su mundo interno y el deseo de establecer relaciones con su entorno.

Condiciones para esta actividad:

– Dos niños y una educadora

-Un tarro de cristal muy resistente y del tamaño que pueda coger en su mano (en este caso hemos utilizado uno de crema facial, vacío)

Aula de las Ranas

Niños de 10-11 meses

Educadora: Cristina Díaz